Expresar es lo más valiente del mundo. La expresión "expone", por lo tanto muestra, se muestra... es volcar lo que uno, por desición o por ignorancia, tiene parasitado dentro, y lo deja libre para que otros lo vean. Lo analizen. Minuciosamente lo observen.
Es revelar algo que sólo uno puede revelar, que no basta con aproximarse o tocarlo en forma tangencial, no, hay que darle al blanco. Sino, puede transformarse en algo que nos molesta, que nos intranquiliza. Es como cuando uno ve obras de grandes arquitectos y artistas, que han logrado desprenderse de toda esa creatividad impregnándola en obras. Lo hacen porque son lo que son, y la simplicidad con la que dominan un modo de expresión tan propio, tan personal, desestabiliza la base segura en la que nos sostenemos. Y claro que molesta cuando no alcanza a sacar lo que por necesidad debe irse, lo que de tanto madurar dentro se pudre, lo que simplemente no sabemos como dejar salir. Pero si se logra, sin grandes anuncios ni espectativas, se da paso a que esos espacios sean ocupados por otros hallazgos, otros desvelos, otras "molestias".
Que pasa cuando uno se enfrenta a esta intranquilidad, cuando se decide eliminar los códigos ya tan sabidos y que están tan exprimidos. Uno se empieza a despegar de lo conocido y cómodo, y como ya no basta con lo que se sabe y se ve, se torna la frente y la mirada hacia donde no se sabe que hay, pero se intuye que está. Y si bien es un proceso absolutamente personal, tenemos el referente de otros que ya lo hicieron y que les costó el baile, les desarmó el pensamiento para volver a armarlo de una forma distinta, pero que tienen el impreso de haber creado el nuevo lenguaje del mundo; los vanguardistas.
29/10/09
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